domingo, 12 de abril de 2009

CRÍTICA AL ARTÍCULO “ESTADOS UNIDOS , BURLONES DE LA LEY”, PAUL KRUGMAN.

TEMÁTICA DEL ARTÍCULO


1. Hace un tiempo, duranto un año, yo hice parte del Consejo de Asesores Económicos de la administración Reagan. Mientras trabajaba allá me desilusioné de cómo es que en realidad se hace la política económica. Pero una sorpresa favorable fue los serios que son los funcionarios de los Estados Unidos acerca de los tratados de comercio internacional.
2. La adminsitración Reagan a pesar de su retórica de libre comercio estaba bastante dispuesta a proteger a las industrias para obtener ganancias políticas; el ejemplo más notable fue la restricción voluntaria a las exportaciones de carros japoneses. Aún así, había una regla firme de que las intervenciones al comercio tenían que ser legales desde el punto de vista del GATT- esto es , que no podían violar el GATT. Y esa escrupulosidad continuó hasta el final de los años Clinton. Todo el mundo entendía que había ciertas cosas que uno no hacía, sin importar qué tan conveniente fueran en términos de ventajas políticas de corto plazo.
3. Cuando la administración impuso aranceles exorbitantes sobre las importaciones de acero, quedó en claro que esto ya no es cierto. En términos económicos puros, el arancel sobre el acero no es algo tan importante. Pero sí demuestra un desacato sin precedentes hacia las normas internacionales.
4. La amenaza inmediata es que otras naciones golpeen de vuelta: La UE ha amenazado con poner aranceles retaliatorios y a principios de esta semana Japón, Brasil, Corea del Sur y China dijeron que ellos demandarían dicha acción. (El señor Bush ha unificado al mundo por lo msno en este tema). Pero como alguna vez me dijo un experto en comercio, el gran peligro cuando los Estados Unidos burlan las normas no es la retaliación, es la emulación: si nosotros no honramos los acuerdos comerciales ¿entonces quién lo hara?
5. De todas formas ¿por qué necesitamos los acuerdos comerciales? Los costos que los aranceles y las cuotas a las importaciones imponen sobre los consumidores domésticos casi siempre exceden las ganacias que ellos otorgan a los productores domésticos. Sin embargo, si no tuviéramos acuedos comerciales, el proteccionismo normalmente ganaría. Los consumidores no caen en cuenta de que ellos se están perjudicando con los aranceles al acero y del azúcar sí saben exactamente lo que están obteniendo.
6. La razón por la cual hemos logrado tener un comercio relativamente libre es que el mundo –bajo el liderazgo de los Estados uNidos- ha desarrollado un sistema que confronta los propios intereses de los exportadores contra el poder de las industrias, que preferirían no competir con dichas importaciones. Cada país acuerda aceptar las exportaciones de otros países en retribución por el acceso a sus mercados. En el lenguaje de las negociaciones comerciales, las partes de estos acuerdos hacen “concesiones”, pero el propósito real de esas concesiones es prtoegernos nosotros mismos de nuestros malos instintos.
7. El sistema depende de la proposición de que un trato es un trato . Un país que ha acordado permitir las importaciones de acero no incumplirá su promesa simplemente porque los vientos políticos domésticos han cambiado. Los acuerdos comerciales incluyen “salvaguardias”, circunstancias especiales bajo las cuales se permiten aranceles temporales , pero las circunstancias bajo las cuales uno puede hacer eso son bastante restrictivas.
8. Y la industria del acero claramente no cumplía con esas condiciones. En particular, recientemente las importaciones de acero han estado declinando y no aumentando. Cuando, a pesar de ello, la admnistración Bush decidió darle a laindustria del acero la protección que quería, en realidad estaba diciendo que las reglas realmente no se aplican para ellos.
9. La administración insiste en que simplemente está defendiendo los intereses de los Estados Unidos. Robert Zoellick, el representante comercialdeclaró que el Tio Sam va a ser el Tío Bobo para esta gente.
10. Todo esto se trata de política cruda y poco visonaria- la misma política que ha llevado a la administración a revocar el crucial acceso comercial a las naciones del Caribe, con efectos proyectados devastadores sobre sus economías, para ayudar a un solo congresista de Carolina del Sur. En el caso del acero, Karl Rove sopesó tres votos electorales en Virginia Occidental en contra del sistema de ocmercio mundial construido por más de 60 años, y la respuesta fue aparentemente obvia.
11. El señor Bush pronto tendrá una autoridad de poromoción del comercio – lo que nosotros llamábamos “un camino rápido”-la cual él dice que necesita para negociar nuevos tratados comerciales. Pero ¿qué tan bueno son los nuevos tratados comerciales si no respetamos los antiguos?

ANÁLISIS

La transformación de la política económica global requiere una política interna clara de aquellos que como Estados Unidos lideran el comercio. Una de los pactos esenciales es la seriedad en los tratados de libre comercio, que deberían estar exemptos a cambios significativos debido a condiciones políticas, económicas o tecnológicas con el fin de respetar la premisa de que un trato es un trato.

El liderazgo de los Estados Unidos es aspectos comerciales, al menos, ha procurado bases estables y seguras para el desarrollo de las relaciones económicas mundiales, convirtiéndose aquellas naciones afines de alguna forma en este aspecto, en aliados del libre comercio.

El dólar a pesar de su debilitamiento ha servido como la base del sistema monetario internacional, mientras que la cooperación americana, aunque disminuida, la inversión directa y teconológica han facilitado el ràpido desarrollo de las economías desarrolladas y por supuesto de aquellas en vías de desarrollo.

Con base en esto, se puede partir de que todo el mundo entendía que había ciertas cosas que uno no hacía, sin importar qué tan conveniente fueran en términos de ventajas políticas de corto plazo, entre ellos la imposición de aranceles exorbitantes, ejemplo claro del desacato sin precedentes hacia las normas internacionales, construidas por Estados Unidos en conjunto con sus aliados comerciales.

Por tanto, si los Estados Unidos no honra los acuerdos comerciales ¿entonces quién lo hara? Los cambios estructurales en liderazgo económico, condiciones de oferta y manejo de la demanda han creado un nuevo ambiente en el cual la política económica debe operar y por medio del cual la economía mundial debe ajustarse, por ello, este tipo de decisiones abruptas, sin razón legal, lógica y vacías de inteligencia política y emocional, no deben darse, menos por parte del gestor de algunas de las políticas claves de la política económica internacional. No se debe alejar, de la regla firme de que las intervenciones al comercio tenían que ser legales desde el punto de vista del GATT- esto es , que no podían violar el GATT, aunque este esté según alguno perdiendo vigencia.

Si no ¿por qué necesitamos los acuerdos comerciales? Un contrato es un contrato, que puede ser respetado o irrespetado por las partes que se adscriben a él. Su cumplimiento o incumplimiento tiene efectos importantes, tanto en los costos que los aranceles y las cuotas a las importaciones imponen sobre alguna industria, un sector o peor aún a los consumidores domésticos. El otro escenario es no tener acuerdos comerciales, ya que de por sí estos se van a irrespetar, especialmente por sus gestores, que generalmente son otrogados por los países más desarrollados a los menos desarrollados para que estos por medio de la vía comercial y acceso a mercados importantes logren salir de su condición de menos desarrollados. Sin embargo, si no tuviéramos acuerdos comerciales, el proteccionismo normalmente ganaría.

Las acciones contradictorias de la Administración Bush que por un lado aplica aranceles en contra del libre comercio son contrarias a las razones por las cuales hemos logrado tener un comercio relativamente libre bajo el liderazgo de los Estados Unidos. Lo cierto es que no habían razones técnicas suficientes para indicar que el acero calzaba dentro de lo que indican las salvaguardias de los acuerdos comerciales, entendidas como aquelllas que permiten aranceles temporales , pero las circunstancias bajo las cuales uno puede hacer eso son bastante restrictivas y en el caso en cuestión no se cumplía con ello.

Si por un lado la administración insiste en que simplemente está defendiendo los intereses de los Estados Unidos con que argumentos va a llegar a negociar tratados comerciales diciendo que es el buen “big brother”, quien vela por los intereses de los países en vías de desarrollo y garantizando a través de tratados comerciales acceso a uno de los mayores mercados del mundo los Estados Unidos. Con o sin fast track, con o sin nuevos acuerdos comerciales éstas prácticas por aquel que lidera son inaceptables.

1 comentario:

  1. Cabe realizar una reflexión a través de lo visto en el curso con el libro de Gilpin. El discurso del libre comercio, tal como sucedió con Inglaterra en el pasado, cae para "los demás", no tanto para la potencia hegemónica. Son los otros que deben abrirse, son los otros los que deben bajar aranceles, etc. No obstante, queda a discresión de la potencia hegemónica seguir o no sus propios postulados. Esa crítica se evidencia en muchos foros, donde los países en desarrollo reclaman a los países desarrollados el porqué, por ejemplo, mantienen su agricultura protegida, cuando le imponen a estos condiciones de apertura. Esto trajo, hace un año, el debate con respecto a la seguridad alimentaria, que por cierto, no volvió a retomarse (al menos en Costa Rica, al igual que el tema de la independencia energética) dado que los precios internacionales cayeron como consecuencia de la crisis.

    Volviendo a Krugman, este artículo nos da la idea sobre lo que se puede resumir como "la ley del más fuerte", la discrecionalidad o el doble discurso, uno hacia afuera y otro hacia adentro. Pero en Gilpin, vimos, que la posición de la potencia que pretende ser hegemónica, le da margen para poder hacerlo.

    ResponderEliminar