sábado, 9 de mayo de 2009

G-20: UNA PROPUESTA DE RECONFIGURACIÓN DEL PODER HEGEMÓNICO O UNA PALESTRA POLÍTICA.

Varios son los factores que se integran cuando se habla de reconfiguración, entre ellos una impaciencia pública sobre la posible solución a la deteriorada situación económica y política mundial. Pero a la vez la reunión del G-20 se convierte en un escenario perfecto para que los líderes de las 20 naciones compitan por la atención de la prensa para posicionarse de alguna forma y corregir ante la opinión pública la imagen atrofiada que algunos han dejado en sus países. Ha constituido un punto clave, el hecho que de que la mayoría de países han señalado a Estados Unidos como el responsable por el colapso financiero, aunque todos gozan de cierta complicidad porque no hubo quejas mientras existía un ambiente de prosperidad.

Alguno de los acuerdos a los que se llegó incluyen, la mitad de los dos trillones de dólares por concepto de un paquete de estímulo que Estados Unidos solicitó insistintemente de las otras naciones. Los europeos, obtuvieron parcialmente las peticiones sobre más regulación sobre transacciones financieras a nivel mundial, en su desesperado afán por más ingresos fiscales, siendo esta la razón para impulsar medidas para controlar paraísos fiscales. Aunque sí se llegó a un consenso sobre los $500 billones de dólares para el Fondo Monetario Internacional, $250 billones en derechos especiales del FMI y $250 billones para promover el comercio. En fin, desde el punto de vista económico podría decirse que Estados Unidos comparte su hegemonía a partir de la repartición de obligaciones que hasta ese momento se concentraban en este país. La pregunta es si sucede lo mismo desde el punto de vista geopolítico o si por el contario se crea una distorsión sin rumbo.

A pesar de que estos acuerdos le dieron suficiente arsenal a los líderes participantes para devolverse a sus países con una sensación de victoria y éxito, los acuerdos no son vinculantes en sentido estricto y por lo tanto podría concluirse que esta reunión tuvo un contenido importante de elementos políticos que permitieran hacer la crisis más digerible para la opinión pública. Especialmente sobre la aceptación de medidas que ayudan a aquellos responsables de la crisis a sostenerse o recuperarse en vez de desaparecer como pudo haber sido el destino de muchos, confundiéndose el rol del Estado en la economía. La pregunta esencial, es tratar de liderar pero hacia adónde? Encontrar el balance correcto entre crecimiento y estabilidad, un balance es diferente a tratar de pretender lograr el control de ambos.

Se menciona mayor regulación de la lista de países que constituyen paraísos fiscales, el nuestro entre ellos, asunto que es relativo ya que si se refieren específicamente a la eliminación de jurisdicciones que se mercadean para el fomento de transacciones ilícitas y evasión de impuestos, es lo mejor que puede pasar. Pero si se refieren a la campaña que desde hace tiempo vienen promoviendo los europeos donde existen estructuras de impuestos altas para sancionar a países donde su único “crimen” es operar con estructuras fiscales menos onerosas, entonces esto podría resultar en un daño a la economía mundial y podría disminuir la inversión en países principalmente en vías de desarrollo, como Costa Rica.

Pero, ¿será la solución una acción internacional, o más bien la definición de la agenda que cada país debe tener sin omitir la coordinación necesaria y sinergia en ciertas acciones, pero dejando las decisiones fundamentales a cada país?

Algunos creen, que la reunión del G-20 puede producir una sabia reconfiguración de las políticas más allá de lo que cada país pueda hacer pero si se toma en cuenta la diversidad de miembros que incluye este grupo, desde aquellos que creen en el libre comercio a otros que toman posiciones de una nueva izquierda, con sistemas políticos que van de democracias a otros regímenes no tan democráticos, denota la falta de un denominador común, que afianza la posibilidad de caer en el riesgo de una palestra política.

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