domingo, 24 de mayo de 2009

ACUERDO DE ASOCIACIÓN ENTRE CENTROAMÉRICA Y LA UNIÓN EUROPEA: PODER E INTERDEPENDENCIA.

En una era de interdependencia la Unión Europea presenta después de cincuenta años de integración nuevos temas de interés: cambio climático y seguridad energética.

Después de un largo periodo de divisiones, guerras, encuentros y desencuentros, los países europeos en la década de los cincuentas, posterior al fin de la Segunda Guerra Mundial, iniciaron una nueva etapa de su historia a través de la integración de sus economías. Ahora entramos en una etapa de reconfiguración geopolítica alejada de patrones tradicionales, viejas soluciones y apegada más a una interdependencia económica, en comunicación y en aspiraciones humanas.

Esa integración ha ido evolucionando hasta llegar al día de hoy a ser un socio estratégico en otras áreas más allá de las económicas. Esto se traduce en que la interdependencia afecta la política mundial y el comportamiento de acciones gubernamentales individuales, que inicialmente se tradujo en seis países que suscribieron el Tratado de Roma el 25 de marzo de 1957, mismo que crea la Comunidad Económica Europea. Hoy, este bloque está integrado por 27 países, conformando el proceso de integración entre Estados más desarrollado del mundo, la Unión Europea. Constituyéndose en uno de los mejores ejemplos de cómo cambian los regímenes geopolíticamente.

Pero dentro de ese cambio es importante aclarar que no es un estado destinado a sustituir a los actuales Estados, ni es una simple organización de cooperación internacional. Es una integración única, en la cual, los Estados han creado instituciones comunes en las que delegan parte de su soberanía, para que democráticamente y a escala europea, se tomen decisiones sobre asuntos específicos de interés común. Logrando, al menos, en principio, pasar de una retórica de interdependencia a una realidad.



La Unión Europea implanta un sistema político original, en evolución constante desde hace 50 años, basado en una serie de tratados, desde los firmados en los años cincuentas, hasta los mucho más recientes de Maastricht, Ámsterdam y Niza. Han ido desarrollando políticas comunes que van rigiendo el ordenamiento comunitario de los Estados; en lo económico, cuentan con un mercado que ha liberado la circulación de mercancías, servicios, capitales y mano de obra.

La mayoría de los países para lograr esta integración forman parte actualmente, además, de la zona euro, habiendo eliminado las monedas nacionales para tener una moneda común.Han llegado a establecer una agenda común en lo social, con el objetivo de promover la competitividad y lo cohesión de sus sociedades. A pesar de estos esfuerzos las reglas del juego han incluido reglas de la agenda doméstica, de la agenda internacional.

La Unión Europea contribuye con el desarrollo a escala mundial en un 60% de los recursos de cooperación que provienen de este bloque de países y Centroamérica no es una excepción. Hecho que convierte a Centroamérica en dependiente de la UE en temas de cooperación, ya que es un factor que es directamente afectado por un elemento externo, y ese elemento externo es precisamente la cantidad de fondos importantes que ofrece la UE a Centroamérica.

Dentro de esta reconfiguración de regímenes y objetivos de poder e interdependencia debe incluirse el tema de comercio, que visto desde el punto de vista de la UE, no se limita sólo a un área de libre comercio sino que incluye un área de cooperación y política en el marco de este bloque de promover la paz y la estabilidad.


Tradicionalmente, la orientación de una agenda internacional integraba asuntos militares y de seguridad, pero bajo un nuevo concepto de interdependencia compleja se evidencia que las agendas están afectadas por problemas nacionales e internacionales creados por crecimiento o falta de crecimiento económico y el incremento de interdependencia sensitiva, concebida como la rapidez con la que los cambios en un pais afectan a otro, y cuán grandes son los efectos.


El panorama que presenta la UE a Centroamérica es complejo ya que trata de conciliar tres áreas: comercial, cooperación y política en el marco de un acuerdo donde como condición esencial se exige una previa integración centroamericana. En este sentido, la política exige un alto grado de ajuste especialmente en tiempos de cambio pero el poder puede que exija la habilidad para que no necesariamente se tenga que ajustar al cambio que se podría en mayores exigencias por parte de la región centroamericana.

Despues de haber ratificado el Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica y Estados Unidos, Centroamérica se enfrenta a los cambios en el entorno mundial específicamente sobre la fuerza económica de los Estados Unidos, sus socios comerciales. Adicionalmente, se evidencia un cambio en los patrones jerárquicos entre Europa y los países de la región, retando implícitamente el poderío comercial, político y la agenda de cooperación de los Estados Unidos en la región, evidenciando una hegemonía erosionada.

Centroamérica pretende obtener mayor acceso al mercado europeo para productos agrícolas e industriales y la UE tiene como prioridad incursionar en la región con servicios, telecomunicaciones y seguros. Como elemento diferenciador adicional, Panamá podrá formar parte del acuerdo de asociación hasta que suscriba el Protocolo de Guatemala y decida formar parte de la Unión Aduanera Centroamericana.



Este cambio de régimen y de estructura enfrenta a la UE con un camino que no está libre de obstáculos para negociar ya que por un lado, tienen a Centroamérica con una posición de consenso regional que tanto pidieron ellos para negociar, pero firme exigiendo mayores beneficios comerciales de los que recibe hoy con el Sistema Generalizado de Preferencias (SGP Plus) con dificultades en el tema del azúcar y banano.

Ahora bien, la posición unificada de Centroamérica puede que no sea eterna, por múltiples motivos, tomando en consideración elecciones persidenciales en varios de los países, muchos de los cuales han sido calificados como parte del resurgimiento de la izquierda en Latinonamérica, retando el objetivo de la UE para consolidar su presencia en este lado del mundo.

A partir de esos cambios del sistema político regional, el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, confirmó en su momento el retiro de esa nación de las negociaciones con la UE en demanda de un comercio justo "y no solamente el libre mercado, que favorece al grande" ya que como indicó "porque no se puede discutir con una pistola en la cabeza".

Según Ortega, el Acuerdo de Asociación dejaría en desventaja a los centroamericanos porque, a su juicio, la UE quiere imponer un tratado de libre comercio "donde el tiburón se traga a la sardina". Adicionando que “Nicaragua requiere un Acuerdo de Asociación con la UE, pero dentro del marco del respeto a los intereses de los nicaragüenses y de los centroamericanos. Que no vengan (los europeos) a despojarnos como lo hicieron hace más de 500 años" durante la conquista, añadió.



Dentro de los procesos políticos de interdependencia compleja, los estados dominantes, pueden tratar de asegurar resultados aplicando poder económico que implícitamente tiene resultados en otras áreas. Si sólo el tema econ-omico es de interés esto no aparenta dificultad, el problema es que los objetivos económicos tienen implicaciones políticas que se manifiestan en resistencia ante presiones que violenten su soberanía, autonomía e intereses. Situación que parece ser traducida por Ortega en la exigencia de aprobación de un fondo para Centroamérica, para combatir la pobreza en esta región.

En el caso de Costa Rica, inicialmente se opone a la petición de Nicaragua, porque considera que eso supone un mayor endeudamiento para los países de Centroamérica, que ya sienten los efectos de la crisis financiera internacional.
Situación que cambió cuando la UE indicó estár examinando la demanda del gobierno de Nicaragua para crear un Fondo de Compensación que contribuya a disminuir las asimetrías entre los países de la región y que en un principio encontró reservas de parte de los representantes europeos.

El Fondo, de acuerdo a la propuesta inicial, debía ser financiado en un 90 por ciento por la UE y en un 10 por ciento por los países centroamericanos. El pasado mes de abril los representantes de la UE, que inicialmente habían puesto múltiples trabas al Fondo, decidieron finalmente en una cita en Bruselas aceptar la creación de ese mecanismo financiero que destinará fondos al desarrollo regional de Centroamérica.

Por un lado, se asumía el liderazgo de Costa Rica desde el punto de vista de intercambio propiamente comercial, pero por otro se ve que esto no fue suficiente y que una vez más en el tema de poder e interdependencia se da una reconfiguración regional centroamericana y Nicaragua se convierte en el mayor protagonista en el tema de cooperación, privando al menos en apariencia, esta posición por parte de la UE, por ser un tema “políticamente” correcto en el contexto de integración socio-económica.



La agenda fue afectada por cambios en la distribución de los recursos de poder de los asuntos en discusión y entre los actores. Aunque se plantea desde el inicio un Acuerdo de Asociación que va más allá de lo comercial y se exige por parte de Centroamérica una mayor flexibilización de Europa para evitar un trato asimétrico, el único país que logra en el campo político y de cooperación un viraje de poder y un reacomodo en el tema de interdependencia, es Nicaragua pasando el tema comercial a un segundo plano.

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